lunes, 14 de octubre de 2019

Nos equivocamos




Nos equivocamos       



Se han fijado que generalmente las personas se aceptan tan cuál son en el noviazgo pero después que se casan entonces pretenden cambiarse el uno al otro.

En el noviazgo se olvida todo desde que se abrazan, se besan y/o desde que duran unos días sin ver a esa persona, además justificas sus acciones pensando que ese comportamiento X es normal durante esa etapa, que en el matrimonio será diferente.

Se suele ver este tipo de comportamiento más frecuentemente en las mujeres que en los hombres, porque se creen el típico “la mujer hace al hombre”, “yo lo voy a cambiar”, “por mí, el cambiará”, etc... pero, lamento decirte mi chica SinVerguenza, que nadie cambia por ti, y tú no podrás cambiar a nadie tampoco, esa no es tu responsabilidad, así que no cargues con eso.

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No me mal interpreten, la gente puede cambiar, pero lo hace por sí mismo, porque así lo quiere y así lo decide, elegir cambiar una actitud o algo de nuestra forma de ser es algo muy personal, además cada cabeza es un mundo, y quizás lo que para ti sea malo para mí sea bueno y viceversa.
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Los hombres es otro tema, generalmente esperan que las mujeres algún día acepten sus debilidades y errores, es tanto así que se conducen por la vida en ocasiones tomando decisiones y accionando de forma incorrecta pero confiando en que las mujeres lo van a perdonar el “desliz”.
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Ellos además esperan, al contrario de las mujeres, que su novia nunca cambie, que cuando sea esposa continúe tolerando lo mismo que antes o un poco más incluso, esperan que no cambies tu aspecto físico, que continúes arreglándote y empepillandote cómo antes, porque sinceramente nunca voy a comprender cómo muchas mujeres se abandonan y se descuidan de sí mismas una vez se casan, cuando antes de casarse no eran así.

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No nos equivoquemos, ni el noviazgo ni el matrimonio harás que una persona cambie si está no lo quiere y lo decide, lo importante aquí es la tolerancia, es aprender a vivir con los demonios del otro, es negociar y tener claro si realmente puedes convivir con sus defectos, para en función de eso, tomar la decisión más sensata posible (o insensata si es lo que quieres), evalúa los pro y los contra y ya verás como la balanza se inclina hacia un lado más que al otro, cultiven la comunicación, aceptación, tolerancia, respeto y sobre todo la aceptación, porque si no al final pasará como dice en la siguiente frase anónima.
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“Tu tan segura de que yo algún día cambiaría, y yo tan confiado de que soportarías a mis demonios para siempre.
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¡Que ilusos!, ambos nos equivocamos”.




domingo, 6 de octubre de 2019

Sororidad






Sororidad


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Hace días que quiero hablarles de este tema, el cual últimamente ha tenido un creciente auge en la sociedad, pero reconozco que aún es un concepto nuevo, sobre el que existe mucho desconocimiento y en el cual tenemos que trabajar mucho cada día, especialmente en sociedades patriarcales como son la mayoría de los países latinoamericanos.

La sororidad es la solidaridad entre mujeres, es el comadreo, el apoyo y la complicidad entre mujeres, es estar presente para las demás, es tendernos las manos entre nosotras, impulsarnos, caminar juntas, un pacto entre mujeres, una hermandad en la que todas nos apoyamos mutuamente.


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Ustedes dirán que esto no es nada raro que es lo normal, pero realmente no es así, las mujeres vivimos en una constante guerra entre nosotras, una competencia feroz, llenas de envidia, resentimiento, soberbia, ira, rabia y enemistad entre nosotras mismas, esto se da por diversos motivos que pueden ser: físicos, emocionales, académicos, laborales, amorosos, etc…

Si observamos el comportamiento masculino vemos que tienen una hermandad geniuda, se cuidan y protegen hasta a muerte entre ellos, para ilustrar mejor esto que les comento y la marcada diferencia que existe entre hombres y mujeres en este aspecto, les contare una breve historia.


Una noche una pareja tuvo una pelea tan fuerte, que la mujer se fue a dormir fuera de la casa, cuando regreso al otro día, el hombre le pregunta:
- ¿Dónde te quedaste a dormir?
- Amanecí en la casa de mi mejor amiga y es todo lo que te diré (ella le respondió).
El hombre llamo a sus 10 amigas más cercanas para investigar si su mujer había dormido allá, 9 le dijeron que no, que no la habían visto y que no había dormido allá, 1 le dijo que si, que había dormido allá y que había salido hace 30 minutos, que debía estar por llegar a su casa, a lo que el esposo respondió, que ella ya había llegado, que él solo quería saber dónde había dormido.
Al otro día el hombre se quedó a dormir fuera de la casa y cuando regreso en la mañana la mujer le pregunto:
-¿Dónde te quedaste a dormir?
- Amanecí en la casa de mi mejor amigo y es todo lo que te diré (respondió él).
Entonces la mujer llamo  a sus 10 mejores amigos para investigar donde había dormido, 7 de ellos le respondieron que sí, que había dormido allá y los otros 3 restantes, le contestaron que su esposo aún se encontraba durmiendo ahí, en sus casas.

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Lo que quiero resaltar de la historia es la complicidad de los hombres, esa hermandad que tiene, se cuidan y se protegen entre ellos, y eso es sumamente admirable, algo de lo cual nosotras debemos tomar nota y aprender, practicar la sororidad hasta que forme parte de nuestro diario vivir.

No les voy a mentir, no será fácil, porque desconstruir costumbres para construir nuevas es un proceso largo que le conlleva años a los pueblos, pero todas nosotras podemos aportar a ese cambio que queremos ver, desde nuestro entorno, con nuestras hermanas, primas, amigas, compañeras de trabajo, de estudios, etc.

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Dejemos la competencia y la enemistad, empecemos a vernos como hermanas, empecemos a apoyarnos y a cuidarnos entre nosotras, unámonos, porque no hay nada que las mujeres unidas nos propongamos que no podamos lograr, ¡practiquemos la Sororidad!